Érase una tía solterona llamada Jane y de apellido Austen que, cosa bien extraña en la rígida Inglaterra de principios del siglo XIX, en lugar de entretenerse bordando, zurciendo los calcetines de sus seis hermanos varones, tomando té con pastelillos o chismeando con su hermana Cassandra (¡otra que se quedó para vestir santos!), ocupaba sus ratos de ocio en escribir novelas.
Las escribía en papeles que pudieran ser ocultados con rapidez en caso de que se acercara alguien ajeno a la familia, en una habitación con puerta de goznes chirriantes que le advertían la proximidad de los curiosos. Y es que en aquella época no se veía con buenos ojos que las damas se dedicaran a semejante pasatiempo. Un intelectual coetáneo de la tía Jane lo enunció sin paños tibios: “Siento aversión y desprecio por todas las hembras escritoras. La aguja, y no la pluma, es el único instrumento que manejan con habilidad”.
Aun así, miss Austen escribió seis novelas. La primera apareció firmada con el seudónimo “Una dama”, y en las restantes se cuidó mucho, igualmente, de estampar su verdadero nombre en la cubierta. Esas obras, desde entonces, vienen suscitando los más entusiastas elogios. E.M. Forster, el autor de Pasaje a la India y Maurice, confesó que las leía “con la boca abierta y la mente obnubilada”; para él. existían dos grandes escritores en la lengua inglesa: William Shakespeare y Jane Austen, aunque reconocía que la tía Jane era su favorita. Y la gran Virginia Woolf no dudó en denominarla “la artista más perfecta entre las mujeres, la escritora cuyos libros son inmortales”, además de sugerir que, de no haber fallecido a la temprana edad de 42 años, Jane Austen “habría sido la antecesora de Henry James y Marcel Proust”.
¿De qué tratan sus novelas Amor y amistad (escrita a los 15 años), Sentido y sensibilidad, Orgullo y prejuicio, Mansfield Park, Emma, La abadía de Northanger y Persuasión? Pues todas de lo mismo. De la carrera, a veces disimulada, con frecuencia desesperada, de las mujeres de aquel tiempo por pescar sin tardanza un marido y, de ser posible, en favorables condiciones económicas. Novelas de amor, que concluyen felizmente con uno o dos matrimonios. Variaciones geniales sobre un mismo y obstinado tema. Jane Austen escribió de lo que conocía, de la vida provinciana inglesa, de sus bailes e intrigas familiares, con una prodigiosa amenidad y un envidiable sentido del humor.
Persuasión es, para algunos, la obra maestra de Jane Austen. No estoy tan seguro de eso, pero sí de que, entre sus novelas, es una de mis favoritas. Narra una historia romántica llena de peripecias protagonizada por la joven Anne Elliot y un caballero de apellido Wentworth. Inicialmente prometidos, alguien persuade a la muchacha de que no tiene sentido unir su vida a alguien de escasos recursos económicos y que, para colmo, puede dejarla viuda en caso de marchar a la guerra. Desde el principio podemos adivinar cuál será el desenlace de la trama, pero eso, tratándose de miss Austen, carece por completo de importancia. Ella no es un clásico por su habilidad para sorprendernos con finales inesperados, sino, por apuntó Somerset Maugham, otro de sus devotos admiradores, por su capacidad para atrapar a todo tipo de lectores: “En sus libros no ocurren muchas cosas y, sin embargo, cuando se llega al final de una página uno desea darle la vuelta para ver qué sucede en la siguiente. En esa tampoco ocurre gran cosa, pero uno se ve obligado a seguir adelante”.
Persuasión ilustra de maravillas el ritmo sostenido de la narrativa de Austen y su habilidad para la creación de personajes. Editada por primera vez en 1818, conserva una sorprendente frescura gracias a la llaneza de su expresión y a su refinada ironía. Leer Persuasión, o cualquiera de las obras de esta autora, es la mejor forma de entender por qué se ha dicho que, si bien en la historia de la literatura existen otros novelistas más grandes y famosos, pocos superan a esta solterona inglesa en la capacidad de entretener”.
Admiro la obra de Jane Austen y coincido con su apreciación. Discrepo, en cambio, acerca de calificarla repetidamente como “solterona”, término despectivo.
Jane Austen no se casó, es cierto, aunque pudo haberlo hechopero decidió rechazar la propuesta de su pretendiente que era un amigo íntimo de uno de sus hermanos. Probablemente prefirió seguir escribiendo, y el matrimonio hubiese sido un impedimento, no me cabe duda alguna.
En lo demás coincido, y lo felicito por escribir sobre esta autora, a quien releo cada cierto tiempo y encuentro siempre sus obras tan frescas como si fuera la primera vez, y conste que soy lectora voraz de autores clásicos.
Estimada Ligia: Se trata de una broma cariñosa, no podría ser otra cosa, ya que Miss Austen es una de mis escritoras favoritas, una maestra en el difícil arte de cautivar al lector. Y, bueno, por voluntad propia o no, lo cierto Jane se quedó …… (aquí, la palabra con que el diccionario designa, sin ánimo de ofender, supongo, a las personas “entradas en años y que nunca se han casado”), con todo lo que eso significaba en ese lugar y en esa época. Me alegra saber que ambos formamos parte de la legión de admiradores de esta gran autora.
Soy una amante de las novelas de Jane Austen, las tengo todas, gracias por escribir sobre ella
No he leido las novelas de Jane Austen, pero su escrito me ha motivado a buscarlas. Gracias por recomendar lecturas de calidad y entretenidas.
Me encantan sus escritos.
Otros novelistas pasan de moda, pero Jane Austen sigue siempre actual.
Adoro las novelas de Jane Austen, sobre todo “Orgullo y prejuicio”. No me pierdo las adaptaciones al cine, que son muy buenas también.
Disfruté mucho su novela CHIQUITA uno de los mejores premios Alfaguara y ahora lo seguiré en su blog. Felicitaciones.