Recuerdo de Eliseo

Eliseo Diego

–Veintidós años sin Eliseo Diego.

Falta algo más de un par de horas para que se termine este primer día de marzo y justo ahora recuerdo que un día como hoy, en el año 1994, falleció en Ciudad de México uno de mis autores cubanos preferidos: Eliseo Diego; alguien a quien me gusta, a veces, llamar maestro, aunque nunca revisó un texto inédito mío para hacerle correcciones ni me dio ninguno de esos consejos que suelen dar los grandes a los jóvenes escritores. Pero algunos amigos muy cercanos a mí en los tempranos años 1980 saben que a menudo, cuando necesitaba escribir algo bien, me encerraba un rato primero con sus Divertimentos, con El oscuro esplendor, con El libro de las maravillas de Boloña, con la esperanza de que algo de la luminosidad y el virtuosismo de orfebre de su creaciones llegara, por carambola, a las páginas de Striptease, mi primer libro de cuentos para adultos, que por entonces estaba escribiendo.

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Tres razones para admirar a Chely Lima

Memorias del tiempo circular, Chely Lima,. Eriginal BooksHay escritores que sudan tinta para enlazar una palabra con otra, para armar frases y párrafos que puedan ser leídos de forma fluida y armoniosa. Algunos no lo consiguen por más que se esfuercen y lo más que alcanzan es un texto correcto, bien redactado, pero sin elegancia ni encanto, un poco “tieso”.

Primera razón para admirar a Chely Lima: Su escritura es diáfana, transparente, con una cadencia envidiable y una distinción que uno intuye, o desea creer, natural. Si yo fuera un escritor cursi del siglo XIX, podría decir que cuando ella nació, una de las siete famosas hadas de Güira de Melena que se acercaron a su cuna para concederle diferentes dones le otorgó el de escribir con esa prosa que parece surgir pulida, brillante, sin necesidad de tortuosas manipulaciones. Quizás al escuchar esta razón para admirarla, a Chely Lima le parezca infundada. Tal vez argumente que, como cualquier escritor común y silvestre, ella tiene que armar y desarmar las frases, pulir y bruñir los párrafos hasta lograr ese acabado resplandeciente que los caracteriza. Puede que, en parte, sea cierto, aunque a lo largo de los años he podido leer o escuchar con admiración muchas páginas manuscritas suyas, acabadas de escribir, sin tachaduras ni enmiendas, y eso me ha hecho pensar siempre que, si los ángeles quisieran escribir, se anotarían en un taller de creación literaria de la nada angelical, pero sí conocedora de los secretos de la escritura, Chely Lima.

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