Números y olor a podrido

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Lo más terrible del festival de atentados y matanzas de diversa índole que han tenido lugar durante los últimos años en Estados Unidos –posibles, en buena medida, por la proliferación de armas de fuego en manos de todo tipo de lunáticos y de terroristas– es que sus víctimas se están empezando a convertir, poco a poco, en cifras. Y eso es casi tan terrorífico como la crueldad y la sin razón de sus asesinatos.

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